domingo, 16 de abril de 2017

COMPRENDIENDO EL UNIVERSO DE HAYAO MIYAZAKI


La revelación del verdadero rostro de la humanidad y los vínculos que existen entre ésta y la naturaleza, a modo de un respeto mutuo que de cómo resultado la armonía perfecta. Miyazaki trata de mostrarnos todo aquello que impide que ese balance exista entre ambas partes, de manera que dentro de su trama bélica-ecológica (Nausicaa , La Princesa Mononoke, Castillo en el Cielo) siempre existirá el factor inevitable de ruptura de éste balance.

Las ideas del director se complementan con vivencias de su niñez a lado de su padre en un hangar que funcionaba como una compañía para piezas de aviones (Miyazaki Airplanes) durante la Segunda Guerra Mundial y después de esta; así como la experiencia de tener a una madre postrada en una cama durante 9 años (semblanza contenida en Mi vecino Totoro). Desde muy joven pudo ver más allá de lo que el cine de animación en su país ofrecía en ese entonces; humanizar a sus personajes dotándolos de magia y de actitudes convincentes propias de lo que significa vivir: ganar, perder, amar, odiar y por supuesto la posibilidad de morir, todo esto en ese ambiente idílico de grandes espacios aéreos y extensos verdes campos. Para Miyazaki, la naturaleza y el hombre forman un único vínculo; sin embargo, da por hecho que la naturaleza en su sentido integro puede trascender sin la intervención del ser humano; en cambio, la humanidad no puede existir sin la naturaleza.


Hayao Miyazaki nació el 5 de enero de 1941 en Akebono-cho en la ciudad de Tokio, y comienza su carrera en abril de 1963 en el Estudio Toei Douga (hasta entonces, el estudio más importante de Japón) estando involucrado en producciones que hoy se consideran como grandes clásicos de la animación japonesa: Las Aventuras de Hols, Principe del Sol, Ali-Baba y los 40 Ladrones, El Viaje Espacial de Gulliver, Panda! Go Panda! Entre otros. Es innegable el impacto artístico de su trabajo a lo largo de 4 décadas, como una de las filmografías más sobresalientes en el mundo de la animación, tanto en oriente como en occidente, concretamente a partir de 1985, cuando funda el Estudio Ghibli junto a Isao Takahata. En su visión existen personajes de toda índole, reales y fantásticos, y temas que desbordan una evidente intención que nos invita a tratar de comprender a otros y por supuesto a nosotros mismos.

El director nos muestra un mundo gigantesco donde la mirada se pierde en el horizonte, en la vastedad de un escenario comprendido para desarrollar los hechos a razón de que se entienda que existe algo más allá, en donde bien pudiéramos estar nosotros, siendo ajenos, cómplices o testigos de lo que sucede, pero de cualquier forma parte de un mismo universo, en el que tienen cabida los niños, lo cerdos, el folklore, las máquinas voladoras, la guerra, la ecología y un profundo respeto y admiración hacia la mujer y los ancianos; algunas veces todos ellos en un mismo escenario .

Los Cerdos

Tanto en Porco Rosso, la Princesa Mononoke como en el Viaje de Chihiro vemos que Miyazaki introduce la figura del cerdo como un personaje de fuerte interés protagónico. Pero mientras que en Porco Rosso y el Viaje de Chihiro el estado porcino es consecuente de una maldición, en la Princesa Mononoke el cerdo es consagrado como un dios.

En muchas culturas el animal es calificado como un ser provisto de atributos negativos tales como la avaricia y la suciedad, por lo que en ocasiones a personas con estas cualidades se las compara con el cerdo; el cual, curiosamente no soporta ver su imagen reflejada en un espejo, pudiendo esto servir como una metáfora algo irónica de parte de Miyazaki, que mientras el cerdo se aterra al ver su reflejo, la vanidad del hombre lo hace contemplarse ante él con orgullo, aun con sus errores y defectos. El cerdo comprende y acepta su inmundicia, el hombre al parecer no.

En su manga en acuarela “ Zassou nouto”, muchos de los personajes son cerdos; en este ejemplar incluye la historia de Porco Rosso (Hikoutei Jidai), incluso en esta edición, Miyazaki se dibuja a sí mismo como a un cerdo fanfarrón que “atormenta” a sus animadores (también cerdos) para que terminen su trabajo lo más pronto posible; probablemente para el director, la transfiguración en cerdo significa comprender tu verdadera naturaleza, aceptar los errores y pagar por ellos, no necesariamente de una manera fatídica, sino de acuerdo a nuestras faltas y debilidades; el cerdo puede significar la posible perdición de quedarse internamente en ese estado, o la forma en que podemos aprender de nosotros mismos y hacer comprender a los demás; al final, el cerdo en sí, puede ser considerado como el medio transitorio entre el error y la perfección, no un castigo como tal.

En 1998, fecha en que se retiró formalmente de Ghibli, Miyazaki construyó un nuevo estudio llamado Butaya (Casa del Cerdo); sin embargo, el 16 de enero de 1999, regresa a Ghibli como Shocho (Cabeza de oficina).


La infancia

Uno de los aspectos más sobresaliente dentro de la filmografía de Miyazaki, es la exaltación de lo que significa ser niño. Esa intención en tener presente la visión del mundo a través de los ojos de la inocencia pura, y el adverso mundo que muchas veces empaña su mirada. En sus entregas, vemos al niño, más que con ternura, con valor y fortaleza, ya que no es víctima de esa vanidad que hablábamos al principio. Aquí, no hay súper poderes ni elegidos por los dioses, son niños comunes y corrientes, pero cuyo caracteres nos recuerdan mas que a los niños de ahora, a los de antaño, esa infancia que valoraba la simplicidad y el desapego de lo material.


La Ecología

El sintoísmo ha forjado en Miyazaki un sincero respeto por la naturaleza, un sentimiento de nostalgia por estar en constante contacto con el verdor de las infinitas llanuras en donde corre la brisa fresca, y el entramado que desbordan las ramas de miles de árboles de algún bosque lejano. Miyazaki aborda la existencia de espíritus del bosque, encargados de controlar y proteger el flujo natural de los recursos, en la Princesa Mononoke (1998) nos encontramos con los Kodamas y el Gran Espiritu del Bosque, representado por una especie de reno, mientras que en Mi Vecino Totoro (1988) tenemos a Totoro, evidente representante de un escape a la adversidad y soledad. Pero una visión más catastrófica del mundo, es el planteamiento de la naturaleza en Nausicaa, la cual ha optado por auto protegerse con esporas tóxicas como una solución final al arrase del hombre y sus máquinas, para así conservar lo poco que quedó después de una gran guerra.

La Guerra

Miyazaki forma parte de una generación que nació dentro de los márgenes de un conflicto bélico, La Segunda Guerra Mundial. Cuando finalizó la guerra en 1945, Miyazaki contaba con tan solo 4 años; a esa edad ya es perceptible las consecuencias de los embates de un conflicto a esa escala; pero la huella de este hecho no quedó impresa sol hasta 1945, a esto le siguió un periodo conocido como “la pos-guerra”, esta etapa de crisis económica y social se extendió probablemente hasta que Miyazaki cumplió 8 años, es decir, terminada la década del 40, de allí que cada una de sus obras exhiba de alguna manera vidas sometidas por algún conflicto bélico. En su obra Nausicaa, el director crea un vínculo entre la guerra y la ecología para conseguir una historia que exprese claramente las consecuencias de las armas y la intolerancia del hombre, así como su insensatez ante sus caprichos e ideas. De igual forma en el Castillo Ambulante, la guerra abre paso a un mundo totalmente divido y atormentado por el ruido de las máquinas y el estallido de las bombas como único consenso para alcanzar ideales y ambiciones. En tanto, en la Princesa Mononoke, la guerra es vista desde una perspectiva más comprensible e inevitable, aquí, el bosque se rebela en contra de los humanos para hacerle entender de forma tajante que estuvo allí primero que ellos; una guerra entre criaturas del bosque y la armada de Lady Eboshi Gozen, una mujer que pretende convertir la espesura en un erial rumbo a una industrialización sistemática. En el caso de Nausicaa, la guerra se ve mas como la desesperación ante la posibilidad de morir a causa de un enemigo invisible, el egoísmo, la traición y la ambición nos presenta un mundo en el que la vida de los demás no tiene ningún valor.

Los vuelos: el avión y otras máquinas voladoras

Miyazaki expone en su obra la pasión por el vuelo como símbolo de libertad absoluta, así mismo como el medio para poder ver y comprender lo diminuto que somos ante la imponencia del mundo que nos rodea. El trabajo de su padre influyó en su imaginación al momento de crear historias; la aeronáutica ha representado una de las cualidades más sobresalientes en sus películas, siendo esta propicia para la observación a gran escala de donde se desarrollan los hechos, hasta donde se puede llegar y lugares en donde nada ocurre ya sea porque el hombre no ha puesto su mirada en estos, o simplemente porque allí no hay nada que poseer. Las escenas aéreas de Miyazaki más recordadas son las vistas en Lupin III: El Castillo de Cagliostro, Castillo en el Cielo, El Viento se Levanta y Porco Rosso; en Castillo en el Cielo existen máquinas aéreas con un sistema de vuelo semejante al de los abejorros o colibríes, mientras que en el Castillo Ambulante las naves guardan mas similitud con grandes bombarderos que desafían la lógica del poder volar. En ese sentido, una muestra de su gran admiración por los vuelos es visualizado en su cortometraje Imaginary flying machines.


Hayao Miyazaki es parte de un círculo exclusivo de animadores y directores que estuvieron expuestos a las adversidades de la crisis que afectó al Japón después de la Segunda Guerra Mundial. El sentimiento conservador y pacifista se ve reflejado en sus películas dándole siempre importancia a la mujer como figura de apoyo y determinante en grandes decisiones (La Princesa Mononoke, Nausicaa), así como la exhibición del ser humano en sus más ansiados anhelos de llegar a ser alguien. En El Castillo Ambulante, Miyazaki se encuentra en un solo sitio con la admiración hacia la mujer y con el respeto y veneración a los ancianos en un mismo personaje. El director más aclamado de Japón lleva a la producción animada a los fueros de la exclamación crítica como uno de los mayores exponentes del cine de animación de calidad, proponiendo una visión que solo puede ser magnificada en su propio universo por la siguiente obra de su autoría.